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domingo, 17 de enero de 2010

Reflexiones en desarrollo infantil temprano y los niños con necesidades especiales: La ciencia y el Amor

Dr. Christian Plebst – Centro Educativo Terapéutico para Niños y Adolescentes – CETNA – FLENI: Sede Escobar


Es con gran alegría que se publican cada vez más artículos en los cuales la ciencia confirma lo que la antigüedad ya conoce hace siglos. La calidad del vínculo entre un niño y sus padres es la variable más importante para lograr un adecuado desarrollo emocional y cognitivo. Un familia estable, segura y continente es un pilar muy importante para un niño en su crecimiento. Grandes verdades hoy por suerte ratificadas.

En el área de los trastornos del desarrollo están surgiendo modalidades de trabajo que está generando un enriquecimiento muy interesante en las prácticas pediátricas desde lo médico y lo educativo. Estas se denominan métodos relacionales o basados en las relaciones. Hace décadas que existen teorías que apoyan el trabajo desde lo vincular. La diferencia de los abordajes surgidos recientemente es lo integral de su visión biopsicosocial y el espacio que le han dado al conocimiento de las variables biológicas que alteran la capacidad de un niño para relacionarse con su entorno. Es decir, parten desde un minuciosos establecimiento del desorden del perfil sensorial y del procesamiento motor del niño y como ese perfil particular afecta su capacidad para relacionarse.

Es posible que no haga falta aclarar, desde lo terapéutico y en relación a los niños con necesidades especiales, estas dos verdades. La salud del vínculo y la salud de la familia son determinantes para el desarrollo de cualquier niño y es allí donde deben centrarse los esfuerzos de los profesionales que trabajan con niños con necesidades especiales y sus familias.

¿Cómo desarrollan los niños las habilidades para amar, pensar, comunicarse y crear, así como también la capacidad de controlar los propios impulsos y sentir compasión por otros? Muchas teorías del desarrollo infantil, incluyendo los abordajes terapéuticos para niños con necesidades especiales solo se focalizan en un parte de este gran rompecabezas como por ejemplo, las teorías cognitivas, neuromadurativas, genes, la psicología o las nuevas formas de poner límites o de estimular la inteligencia. En realidad, lo que le da sentido a la totalidad de este rompecabezas y define a un niño como un ser humano inteligente, es la calidad y continuidad de la relación que establece con otros, comenzando con los padres. Todo lo que un padre desea para su hijo no debe ser dejado al azar, a la intuición o a la genética. Tampoco requiere de horas de terapias, trabajo con tarjetas educativas, videos didácticos o ejercicios de aprendizaje en una computadora. Muchas de estas experiencias ya son parte de la cotidianeidad de muchas familias. El secreto
esta en el vínculo. En la capacidad de ser conciente de la sutil danza que se da entre un recién nacido y su madre y el importante rol que cumple la co-regulación emocional mutua que se da entre ambos.
Generalmente son los niños los que sin saberlo nos guían con sus balbuceos y sonrisas a interactuar con ellos.

Pero ¿qué sucede en el caso de un niño que presenta dificultad para establecer una relación con su entorno como, por ejemplo, en el caso de niños con trastornos neuromotores o con autismo? No hay diferencia en el peso que tiene el vínculo para su desarrollo. La única diferencia esta en el mayor conocimiento que el padre deberá tener, de la mano de profesionales con experiencia, del perfil de fortalezas y desafíos que su hijo tiene. Deberá conocer el perfil particular de cómo su hijo procesa, modula e integra los estímulos de su entorno conjuntamente con las dificultades que puede tener para llevar a la acción sus intenciones. Si tiene dificultades visuales deberán presentarle movimientos más lentos y sostener su rostro y contacto visual ante ellos con mayor estabilidad y tiempo. Si presenta hipersensibilidad a los sonidos deberán adecuar el entorno y su voz para que no irrite o genere llanto. En el caso de dificultades para planificar y secuenciar actos motrices, se deberá saber esperar y observar al infante y sus contexto en búsqueda de
señales que permitan anticipar y acompañar las intenciones para facilitar, sin resolver totalmente, la compleja cadena de acciones y movimientos que componen un acto motor.

Esta adecuación de ida y vuelta sigue siendo una sutil danza entre madre/padre e hijo pero en la cual deberán conocer y adecuar aún más sus interacciones para ajustarse al perfil de su hijo. Cuanto más sensible es la lectura del perfil particular de su hijo mejor será el vínculo que un padre podrá establecer, independientemente de la discapacidad o trastorno. Quizás el detalle más importante a considerar es que la manera de vincularse con un niño es el juego, el juego que quieren jugar los niños, no los padres.

Cada interés que un niño tienen puede transformarse en un juego que cautive su atención y permita un sostenido ida y vuelta que inclusive fortalezca las neuronas. Las mismas interacciones que ayudan a la constitución de una mente saludable también llevan al crecimiento de las conexiones neuronales en el cerebro. El cerebro de un niño se desarrolla con mayor rapidez durante los primeros tres a cuatro años de vida, y desarrollara dos tercios a tres cuartas partes de su tamaño final durante esta etapa. Estudios recientes han revelado que las interacciones vitales del niño con sus padres literalmente sientan las bases para el “cableado” de su cerebro, en colaboración con la guía pre-establecida por la genética. Por ejemplo,el amor manifestado por un padre en sus sonrisas, sonidos y tiernos movimientos no solo le enseñan
al bebe a mirar, escuchar y querer, sino que también permiten que se formen conexiones entre neuronas en las partes del cerebro que apoyan las habilidades intelectuales y sociales. Las caricias de un padre no solo favorecen las habilidades de sentirse cerca e íntimo, sino que también promueve la secreción de hormonas de crecimiento que estimulan el crecimiento del cuerpo y el cerebro. No todas las experiencias son igualmente beneficiosas para construir la mente y cerebro de un niño. Por ejemplo en otros estudios se halló que cuando niños mayores realizaban tareas emocionalmente significativas, las áreas del cerebro relacionadas con el aprendizaje estaban activas, pero cuando se les daban tareas repetitivas, aburridas o se
los sobrecargaba con información, estas áreas no demostraban estar adecuadamente activadas. Experiencias que generan estrés pueden generar la formación de circuitos que socaven el crecimiento de una mente y cerebro sano. La importancia de la experiencia emocional en particular para las capacidades intelectuales y sociales de alta complejidad esta apoyada por estudios que demuestran que aquellas áreas del cerebro que se relacionan con la regulación emocional y la interacción y secuenciación (corteza prefrontal) muestran un incremento de su metabolismo durante la segunda mitad del primer año de vida - coincidiendo con la etapa
en la cual los infantes participan más de interacciones recíprocas y evidencian mayor inteligencia como por ejemplo elegir entre diversas opciones o buscar un objeto que ha sido escondido. De la misma manera, la experiencia puede estimular cambios hormonales. Por ejemplo, una caricia suave aparentemente estimula la liberación de hormona de crecimiento y hormonas como la citosina que estarían relacionados con favorecer procesos emocionales críticos como la afiliación social y la búsqueda de cercanía con pares. Mas aún, el estrés emocional se asocia con cambios en la fisiología del cerebro.

Si leemos entre líneas, a pesar del lenguaje pseudotécnico, estamos hablando de un vínculo basado en el amor, paciencia, tolerancia y respeto. Es el amor el que permite ser sutil y sensible al otro. Es el amor el que permite adaptarse a las necesidades del otro de manera incondicional, como lo hace una madre/padre con su hijo. De esta manera uno de los objetivos más importantes de cualquier tratamiento debe relacionarse con desarrollar la capacidad de amar. Cuando hablamos de amor debemos referirnos a sus formas sanas y maduras, presentes en actos mas allá de las palabras. Muchas veces se confunde el amor con otros sentimientos y emociones que suelen confundirse con el amor pero están lejos de serlo, emergiendo al mediano o largo plazo sus efectos colaterales.

Como escuchamos en tantas canciones y poemas, la solución de fondo o las dificultades humanas se relaciona con el Amor o su falta. Siempre me ha sorprendido lo poco que aparece la palabra amor en el trabajo cotidiano con los niños y familias. Por suerte la ciencia hoy nos confirma que es el amor lo que hace la diferencia....


Algunos conclusiones finales:

-La calidad de la relación Padre - Hijo es más importante que cualquier otra experiencia que un padre le pueda dar a su hijo. Es a través de esta relación que los padres pueden tener una influencia altamente positiva sobre el desarrollo de su hijo al corto y largo plazo, tanto en lo intelectual como en lo socio-emocional. El identificar a la calidad de la relación padre-hijo como una de las variables más significativas cobra gran importancia en los países en desarrollo. En países como el nuestro la mayoría de los niños y familias en riesgo no tiene la posibilidad de acceder a centros de atención especializada. El potenciar las habilidades para una crianza más adecuada y positiva podría atenuar significativamente los efectos de las carencias y adversidades socio-económicas.
-Una buena relación padre - hijo se relaciona con el grado de compromiso y el sentido de responsabilidad que los padres logran asumir y poner en práctica ante cada decisión que incumbe el bienestar de su hijo. La paternidad conciente requiere una inversión constante y sostenida de tiempo y energía, aunque no necesariamente requiere más tiempo con los niños sino mejorar la calidad del disponible.
-La calidad del vínculo se relaciona con el grado de conciencia que un padre tiene de su propio perfil de temperamento y personalidad. A esto se le suma la narrativa de sus vivencias, creencias y expectativas y como estas se relaciona con a las necesidades y sutilezas del perfil madurativo, sensorial y temperamental de su hijo.
-Los padres pueden optimizar su potencial para la crianza positiva cuando reciben el apoyo y seguimiento comprometido a largo plazo por parte de profesionales especializados.
-Las estabilidad en las relaciones emocionales y su tonalidad positiva contribuye a la adecuada maduración de la mente y cerebro de un niño, posiblemente por encima de cualquier otra variable.
-El pronóstico de los niños en riesgo o con trastornos en su desarrollo mejoran significativamente cuando reciben un atención precoz individualizada y sostenida a través del tiempo.
-Los padres pueden optimizar su potencial para la crianza positiva cuando pertenecen y se apoyan en una comunidad de padres que también son concientes de la importancia de su rol.


Fuente:
http://www.reddeamor.org/publicaciones-medicina/la-ciencia-y-el-amor-por-el-dr-christian-plebst

Lea también:
http://www.reddeamor.org/publicaciones-medicina/neurofisiologia-del-amor-dr-christian-plebst

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